La neolengua en la Venezuela del siglo XXI. Consecuencias en el imaginario social.

XXII Encuentro Anual de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas 18 de noviembre, 2017.

La neolengua en la Venezuela del siglo XXI. Consecuencias en el imaginario social.

1. El lenguaje es acción. La palabra en sí es un acto. Hablando se actúa. Con las palabras podemos odiar, discutir, ofender, humillar, golpear, herir, pero también tranquilizar, dialogar, ayudar, estimular, amar, abrazar, curar. Todos los actos de la conducta humana pueden ser expresados en el lenguaje hablado, las palabras pueden conllevar todos los matices de los pensamientos, las emociones y los sentimientos. Las palabras tienen valor de acto, cuyo sentido depende del emisor y del receptor. En consecuencia el lenguaje es un instrumento muy poderoso. Para el psicoanálisis, y la psicoterapia en general, el lenguaje es el modo esencial para comprender la problemática humana y también de restaurar los conflictos psicológicos, de modo que aquello que afecte al lenguaje afecta también a la comprensión de los individuos y grupos.

El filósofo inglés John Austin, en Cómo hacer cosas con palabras (1962), a partir de una serie de conferencias dadas en 1955 en la Universidad de Harvard, inauguró la teoría de los actos de habla, que dará origen a la lingüística pragmática contemporánea y a la filosofía del lenguaje ordinario. Esta teoría se fundamenta en la idea de que ciertas formas lingüísticas son acciones y pueden ser clasificadas según su efecto. Una posibilidad son las ‘expresiones realizativas’ (o performativas). El acto performativo se realiza por el hecho de decir algo, el acto de decirlo produce efectos y consecuencias sobre el interlocutor. Por ejemplo, en el acto del matrimonio, cuando el sujeto dice “sí”, no está solamente afirmando algo, está haciendo algo: contraer matrimonio.

2. La política es lenguaje. En las relaciones políticas, es decir, de los gobiernos con los sujetos gobernados, caben distintos ámbitos, pero el lenguaje es la primera instancia. El gobernante se relaciona con los gobernados a través de lo que dice, de lo que no dice, de cómo lo dice, de cómo define esas relaciones y las políticas que realiza, o que pretende realizar. Eventualmente esas políticas se expresan en las leyes, que son escritos, es decir, palabras.

3. Concepto de neolengua. Se designa así una forma de hablar cuya finalidad es el control del pensamiento político. Consiste en la extrema simplificación sintáctica y morfológica de una determinada lengua, impidiendo que el practicante del nuevo “código” pueda utilizar otras terminologías plurales a la hora de la comunicación, ciñéndose solamente a las palabras que establece la neolengua. Esta simplificación de términos a su vez impide que el hablante o receptor pueda utilizar otras palabras que lo lleven al pensamiento o crítica alternativa evitando algún cuestionamiento. Es el idioma que aparece expresado por primera vez en la novela 1984 de George Orwell, publicada en 1949, el autor tomó como ejemplo el lenguaje utilizado por la propaganda nazi y soviética. El lema del Partido en la novela es

La guerra es la paz
La libertad es la esclavitud
La ignorancia es la fuerza

Otra obra muy significativa es la del filólogo alemán Victor Klemperer, que escribió clandestinamente sus diarios durante el dominio nazi. Uno de sus libros más importantes es LTI: La lengua del Tercer Reich, publicado en 1947, al fin de la guerra. Sus diarios fueron publicados completos en 1995, después de su muerte.

El efecto más potente [de la propaganda nazi] –dice Klemperer– no lo conseguían ni los discursos aislados, ni los artículos, ni las octavillas, ni los carteles, ni las banderas, no lo conseguía nada que se captase mediante el pensamiento y el sentimiento conscientes. El nazismo se introducía más bien en la carne y en la sangre de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones, de formas sintácticas que imponía repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconsciente.

4. Concepto de posverdad. Este es también un concepto a tener en cuenta. Será introducido en el diccionario de la lengua española a fines de este año, si bien aún no se ha fijado la definición que figurará en esta nueva entrada. El director de la Real Academia ha definido “posverdad” como las informaciones o aseveraciones que no se basan en hechos objetivos, sino que apelan a las emociones, creencias o deseos del público.

5). En Venezuela hemos experimentado modificaciones importantes en el lenguaje político, que tienen su consecuencia en el lenguaje común, y en las relaciones de los ciudadanos entre sí porque las formas que el Estado asume y hace públicas a través del discurso oficial, es decir, el discurso de quienes oficialmente representan el poder, tiene efectos en toda la sociedad. Es decir, no son solamente contenidos informativos sino performativos, actúan y tienen efectos sobre el receptor. De allí que se atribuye a quienes ejercen poderes públicos la responsabilidad y cuidado del lenguaje porque precisamente tiene un efecto especial sobre la sociedad.

Valga la precisión de que cuando hablo de modificaciones en el lenguaje político, es importante tener en cuenta que esas modificaciones son apreciadas por los sujetos que han sido receptores de lenguajes políticos diferentes. Para aquellos que por su edad no han conocido otras formas de discurso, ese discurso es el discurso político.

En Venezuela el concepto de neolengua se viene utilizando desde hace algunos años para denominar las modificaciones del discurso público que han tenido lugar durante la revolución bolivariana. Recomiendo especialmente La neolengua del poder en Venezuela. Dominación política y destrucción de la democracia (Caracas, Editorial Galipán, 2015) de varios autores (Antonio Canova, Carlos Leáñez, Giuseppe Graterol, Luis A. Herrera, Marjuli Matheus). Veremos a continuación algunos de sus efectos.

Uno de los efectos más importantes de los códigos de la neolengua es la simplificación o reducción sintáctica y morfológica. Se elabora un corpus de palabras y mensajes que conforman este lenguaje y cuyo objetivo es con una sola palabra designar a personas y situaciones de modo tal que sean rechazados y que se les adjudiquen sentidos peyorativos y denigratorios. Aquí opera también el concepto de posverdad, en cuanto a que lo simplificado en una o dos palabras no responde a hechos objetivos sino a las creencias o deseos del receptor.

El primer ejemplo a destacar se remonta a 1998, cuando los ciudadanos fuimos divididos en dos grupos, los patriotas y los apátridas, para designar a los que estaban a favor o en contra del nuevo gobierno. Posteriormente se fue ampliando la lista. Nombro algunos ejemplos: escuálidos-vendepatria-cachorros del imperio-pelucones puntofijistas-ejes del mal-bacterias-antibolivarianos-ratastermitas-desadaptados-disociados.

Estos ejemplos se agrupan en el objetivo de deshumanizar al otro, que se convierte en alguien despreciable, en un animal, en un ser anormal, y fue ampliamente utilizado en el lenguaje nazi; también en el lenguaje del castrismo cubano que llamaba gusanos a quienes se exiliaban. Otros tienen el objetivo de glorificar a determinados personajes: mártires de la revolución (comandante supremo y eterno, gigante de la humanidad); de ese modo el personaje es revestido de poderes superiores que lo asemejan a la divinidad. Otros son sinónimos que alteran el significado de las palabras y las dotan de nuevos contenidos políticos: democracia=participación protagónica; comunismo=socialismo del siglo XXI; ciudadano=pueblo, patriotas; bolivariano=revolucionario. Otros son nuevos términos acuñados para definir nuevas realidades y medios de control: cuarta república, comunas; misiones; método chaaz; hegemonía comunicacional; control revolucionario de precios; precios justos; soberanía alimentaria; plan de la patria; patriota cooperante; organizaciones de liberación popular (OLP); desacato; parlamentarismo de calle; Guardia del Pueblo; colectivos; gobierno de calle; justicia comunal; noticiero de la verdad (de emisión obligatoria por radio y televisión dos veces diarias); carnet de la patria; comité local de abastecimiento y producción (Clap); supraconstitucional; asamblea plenipotenciaria. También está la categoría de eufemismos para encubrir realidades dolorosas: soberanía alimentaria; niños de la patria; buenandros; nómadas; privados de libertad; dignificados; tarjeta de abastecimiento seguro; viceministerio para la suprema felicidad del pueblo (adscrito al Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia y Gestión de Gobierno); período especial de la economía pospetrolera. La militarización del lenguaje: rodilla en tierra; unidades de batalla; guerra económica; Estado mayor eléctrico.

Podríamos seguir con este listado y seguramente añadiríamos más ejemplos de expresiones que se nos han ido haciendo familiares, con el riesgo de utilizarlas, y sobre todo de ignorar el sentido que ocultan. La neolengua tiene el propósito de normalizar lo que no lo es, de hacer familiar, indiscutible, evidente, el contenido que se está introduciendo con la nueva terminología. En el caso venezolano es importante precisar que no se introducen palabras nuevas sino otras maneras de reunirlas y de convertirlas en frases, de donde se deriva el nuevo sentido, o se oculta el sentido que tienen. Por ejemplo, niños de la patria oculta que son niños en situación de calle, es decir, en situación de abandono.

Tarjeta de abastecimiento seguro oculta que es una libreta de racionamiento. “Buenandros” revierte la perspectiva negativa de “malandros”.

Otros temas a destacar son el insulto y la oralidad. El insulto en el lenguaje público y oficial es inaceptable en los países democráticos, y rechazado por la ciudadanía. En Venezuela que un personaje que detenta algún poder del Estado utilice los insultos comunes en una alocución pública, se ha convertido en un hecho “normal” que ha dejado de producir escándalo. Los insultos que escuchamos, con frecuencia incluyen lo que se conoce como manifestaciones de odio, racistas, homofóbicas, misóginas, clasistas, ideológicas. Resulta cínico que se decrete una ley del odio que solo afecta a los opositores. Además de que el insulto se utiliza como medio para debilitar y denigrar al contrario político, es también un medio para impedir el diálogo, el debate, la argumentación. Ante el insulto solo queda o contestar de la misma manera o abandonar el pleito. El insulto es lenguaje performativo, porque por sí mismo es un ataque. No puede omitirse el uso del insulto para dirigirse a los jefes de Estado de otras naciones.

Relato un caso en el que, junto a otros cuatro escritores, se me pidió la opinión sobre el hecho de que el conductor del programa La hojilla, en el canal de todos los venezolanos (otro modismo de neolengua) se refirió al presidente editor de El Nacional, Miguel Henrique Otero, como “hijo de puta”, quien presentó una demanda por injuria y difamación. La jueza encargada del caso exoneró de responsabilidad al conductor del programa y determinó que “la expresión ‘hijo de puta’ no es difamatoria ni injuriante, sino que corresponde al ejercicio de la libertad de expresión». Además, la defensa del conductor alegó que a quien correspondía ejercer las acciones legales era la madre del agravado, la señora María Teresa Castillo, reconocida figura pública que para el momento tenía más de 100 años de edad. Lo interesante en función de lo que venimos comentando es, primero, que el insulto fue proferido en un canal del Estado venezolano, es decir, un medio público; lo segundo, que la juez encargada del caso, es decir, representante de uno de los poderes del Estado, desestimó la causa con el argumento de que la expresión era una manifestación de la libertad de expresión. Este es uno de los usos de la neolengua, torcer el significado del derecho a la libertad de expresión y confundirlo con la libertad de denigrar al otro, legitimando el uso de la ofensa pública al hacerla pasar por un derecho constitucional. Este fue mi argumento, además de la consulta de tres diccionarios que no dejaban duda de que la expresión utilizada es denigratoria y ofensiva; lo que era obvio y seguramente también lo sabía la jueza.

Otra modalidad del uso del lenguaje como forma de comunicación es la oralidad para ejercer el poder. Desplazando al lenguaje escrito, y al pensamiento, hemos sido testigos de cómo el poder se ha ejercido en actos relatados ante la sociedad mediante el uso de los medios de comunicación. Es el caso de algunas expropiaciones, despidos de altos cargos, decisiones de gobierno, etc. Ese uso oral desprestigia la formalidad del lenguaje en los actos de gobierno ya que lo coloca en el mismo nivel de las interacciones comunes.

Ahora bien, ¿cuáles son las consecuencias que ha tenido este mal uso de la lengua? Podemos deslindar algunas:

La dislocación del lenguaje, es una de ellas. Entiendo por ello el uso pendenciero del habla; las conclusiones inmediatas sin reflexión, las comparaciones sin sustentación de argumentos. Son ejemplos muy visibles en las redes sociales, aunque también se manifiestan en la interacción común. Decía el psiquiatra Franzel Delgado Senior (quien era hijo de un fundador del PCV, y por ello alguna vez fue acusado de traidor a su padre por ser opositor de la
revolución) que se “había roto la lógica del país”. Romper la lógica, es decir, el pensamiento racional es difundir locura, sembrar desconcierto, anular la claridad para pensar y juzgar. Veamos un fragmento de 1984:

Cogió el libro de texto infantil y miró el retrato del Gran Hermano que llenaba la portada. Los ojos hipnóticos se clavaron en los suyos. Era como si una inmensa fuerza empezara a aplastarle a uno, algo que iba penetrando en el cráneo, golpeaba el cerebro por dentro, le aterrorizaba a uno y llegaba casi a persuadirle que era de noche cuando era de día. Al final, el Partido anunciará que dos y dos son cinco y habría que creerlo. Era inevitable que llegara algún día al dos y dos son cinco. La lógica de su posición lo exigía. Su filosofía negaba no solo la validez de la experiencia, sino que existiera la realidad externa. La mayor de las herejías era el sentido común… ¿Y si el pasado y el mundo exterior solo existen en nuestra mente y, siendo la mete controlable, también pueden controlarse el pasado y lo que llamamos realidad?

Esta confusión se ha segregado en la sociedad, y no puede atribuirse por ideologías políticas o adhesiones, ni por niveles de educación. Es frecuente no solo el uso del insulto, sino los improperios políticos mal utilizados. Cualquiera es acusado de nazi, de terrorista, de narco, de corrupto, sin que haya la menor razón para ello. A veces basta con que se exprese una opinión no compartida para que el otro sea agredido y agraviado. Cualquier situación política de otro país es inmediatamente comparada con alguna de las que ocurren en Venezuela, sin que se tome en cuenta la diferencia de contextos y de problemas. Y son efectos que muestran confusión, falta de discriminación, rupturas de las secuencias lógicas que debilitan a la sociedad. La hace menos pensante, menos crítica.

Hablándole Winston comprendía qué fácil era presentarse toda la apariencia de la ortodoxia sin tener idea de qué significaba realmente la ortodoxia. En cierto modo la visión del mundo inventado por el Partido se imponía con excelente éxito a la gente incapaz de comprenderla. Hacia aceptar las violaciones más flagrantes de la realidad porque nadie comprendía del todo la enormidad de los que se les exigía ni se interesaban lo suficiente por los acontecimientos públicos para darse cuenta de lo que ocurría. Por falta de comprensión todos eran políticamente sanos y felices.

          Esto, me parece, no es casual sino efecto social del discurso político. No puede durante años usarse un lenguaje procaz, escatológico, negador del respeto a las personas y a las instituciones, y muchas veces a los hechos objetivos, sin que se produzca el contagio. Detrás de esto no hay solamente un uso inadecuado del lenguaje, no es una consecuencia de déficit cultural o de ignorancia. Hay, por el contrario, la búsqueda determinada y consciente de un efecto erosionante de todas las instituciones y personas, que representan al enemigo político. Los empresarios, los comerciantes, muchos profesionales, corporaciones importantes de la sociedad, son tildados de corruptos, de estafadores, de chupasangres, etc., sin apelación de juicio. También los políticos, por supuesto, y los religiosos, cuando no concuerdan con el poder. Es decir, este lenguaje ha ido socavando los valores de la sociedad de emprendimiento, el respeto por el conocimiento y la jerarquía por competencia, sin que nos hayamos dado mucha cuenta, y ello porque a las palabras no siempre se les atribuye su debido valor. Eso de “no importa lo que diga sino lo que haga” es una falacia. Lo que se dice, ya se está haciendo.

Esta es una tarea en la que todos podemos contribuir, es decir, en no replicar el uso lingüístico de la neolengua, el mantener el respeto por la palabra, por el uso comedido de los términos. En valorar la lengua como el medio
humano por excelencia.

Hay un último punto que no quisiera dejar de lado. La creación de realidades paralelas, o si se quiere, la negación y posterior transmutación de lo que ocurre en algo diferente. En este ejercicio la propaganda soviética fue
maestra. Es comprensible que los gobiernos utilicen la retórica para mejorar las situaciones adversas y ampliar las favorables, pero hay también dentro de esto límites, que de no respetarse se convierten en deformadores de la lógica del pensamiento y de la percepción de la realidad. Desacreditar la percepción es una manera muy eficaz de enloquecer a las personas, o por lo menos de menoscabar sus posibilidades de juicio. Y todo esto se realiza con el lenguaje. Son las palabras las que pueden construir realidades alternas. No me quiero extender y solo apunto algunos ejemplos conocidos por todos.

1. No hay escasez de producción sino guerra económica del imperio para dejarnos sin bienes.

2. No hay escasez de moneda circulante sino exceso de consumo.

3. No hay emigración venezolana sino inmigración extranjera.

4. No hay desnutrición sino reparto justo y equitativo de alimentos.

5. No faltan medicinas, lo que ocurre es un uso indiscriminado de las mismas.

6. No hay protestas ciudadanas sino acciones terroristas.

7. No hay analfabetismo ni deserción escolar porque Venezuela es el país con más escuelas y universidades del mundo.

8. Hay democracia porque hay elecciones.

9. Hay libertad de expresión porque hay medios de comunicación privados.

10. Pongan el ejemplo que quieran.